miércoles, 10 de marzo de 2010

Artículo publicado en la revista Castálida


Dossier: RACRUFI

Castálida, verano de 2009, número 38

Sobre la obra de RACRUFI

Nadie puede negar que “el futuro es un país al que todos, querámoslo o no, estamos siendo deportados”, según ha dicho el escritor de ciencia ficción John Bruner. La ciencia ficción, en sus diversas manifestaciones artísticas, recoge ante todo esta inquietud del ser humano, que otros, como el sociólogo Alvin Toffler prefieren llamar el shock del futuro, para transformarla en escenarios de ensueño o pesadilla. La ciencia ficción nunca intenta predecir, porque no es su misión, simplemente vislumbra alternativas jugando con las tendencias y variables del presente. Pero se nos ha venido la idea, desde que la ciencia ficción se hizo popular, a mediados de la década de 1920, de que las únicas imágenes del porvenir pertenecen a escenarios del mundo en desarrollo y ante todo las grandes urbes industriales del siglo XXI o a los logros que estas naciones tendrán en el espacio exterior y en la exploración y colonización de otros mundos. La falta de otros panoramas, sobre todo desde la perspectiva de los países en desarrollo, parecían apoyar, por su simple ausencia, la idea de que para ellos o no existía o no valía la pena imaginar un futuro o un lugar dentro del horizonte de la ciencia ficción. Es entonces cuando aparecen artistas como Raúl Cruz Figueroa, mejor conocido como RACRUFI, para demostrar que los escenarios e inquietudes por lo que ha de suceder no sólo viene del mundo de habla inglesa, sino del corazón y también del deseo de ver la patria desde la óptica del arte de la imaginación científica.


Para poder hablar de arte de ciencia ficción es necesario que los escenarios y las tecnologías presentadas resulten verosímiles desde el punto de vista científico y técnico. RACRUFI aprovechó desde muy niño su gusto por observar y deducir los mecanismos a su alcance, para que sus actuales propuestas artísticas fueran tecnológicamente plausibles. Pero esto no resultaba suficiente para él, pues desde los comienzos de su carrera artística decidió que las suyas no serían obras que pudieran haber sido hechas en cualquier lugar, es decir, carentes de un matiz y un origen inconfundible.


Introdujo en su obre elementos simbólicos, monumentales y demás propios de la civilización mexicana en sus diversas etapas históricas. Una nave espacial con la forma de la cabeza del dios Quetzalcóatl; una ciudad circular, en la que cada sector está inspirado en las divisiones de la Piedra del Sol o Calendario Azteca; o un guerrero águila que lucha frente al Monumento a la Revolución Mexicana en una escena apocalíptica, son imágenes comunes en su trabajo. También aparecen a menudo mujeres con poca ropa y mucha tecnología incorporada en donde lo permite su escaso vestuario, pero siempre con rasgos en instrumentos inconfundibles de la raza de bronce.


Hay dos grupos de críticos que, por ignorancia, han intentado señalar las fuentes de inspiración de la obra de RACRUFI en el mundo de los cómics o en las teorías del origen extraterrestre de algunas civilizaciones. Los primeros quieren hacerlo pasar por imitador de artistas como Jack Kirby, ignorando que él mismo se inspiró en el arte prehispánico y de otras culturas milenarias para crear algunos de sus más famosos personajes. Los segundos, entres cuyos principales exponentes se encuentra Erich von Däniken, quienes creen al ser humano de ciertas regiones de nuestro planeta incapaz de alcanzar altos niveles de civilización sin ayuda de seres superiores venidos del exterior, son desmentidos por la propia obra de RACRUFI, a quien dichos autores no inspiran sino compasión.


Hace más de doce años que conozco a RACRUFI y su obra artística, la cual incluso ha decorado la cubierta de uno de mis libros y puedo decir que lo he visto desarrollarse con éxito y alcanzar metas que pocos artistas nacionales han logrado sin abandonar el terreno del arte fantástico con el toque de originalidad que él decidió concederle. Estamos ciertos de que continuará fiel a su imaginería futurista y a los motivos nacionales cosechando triunfos y ampliando sus perspectivas, quizá hasta el momento en que el porvenir que nos ha dibujado, nos alcance.


MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ DELGADO